Nuestro cerebro trabaja en base a objetivos, sino le decimos a dónde queremos ir, difícilmente nos ayudará a llegar.
Más bien andará perdido o despistado. Pero si queremos poner nuestros recursos y capacidades a trabajar para llegar a nuestro objetivo, previamente debemos dar
respuesta a una pregunta: ¿dónde quiero ir?
En la sociedad actual, en la que las prisas y el “esto es para ayer”, se han impuesto, pocas veces nos concedemos el tiempo necesario para pensar a dónde vamos, y menos aún, a dónde queremos ir. La mayor parte de las veces vamos detrás de los imprevistos, apagando fuegos, que probablemente podríamos haber evitado, y nos sentimos frustrados, estresados, y pensando que nos crecen los enanos.
Estoy convencido de que la base de un sólido crecimiento profesional y personal pasa inevitablemente por conocernos bien a nosotros mismos, por conocer nuestros valores
y si éstos están alineados con la vida que llevamos, por saber lo que queremos y lo que no queremos, por identificar lo que nos diferencia del resto, y lo que nos queda por aprender.
Y solo cuando hayamos prestado atención a todo esto, seremos capaces de identificar realmente nuestras metas y los recursos de que disponemos para alcanzarlas, de la manera más adecuada, ecológica, y exitosa posible.
Considero que el desarrollo de estas áreas de crecimiento personal, se debe, a la necesidad de autoconocimiento en un entorno tan cambiante como el que vivimos
en la actualidad. Esta necesidad de adaptarnos al entorno cambiante en que vivimos, y de marcar la diferencia, del modo más rápido y eficiente posible, nos exige dar respuesta a una pregunta compleja: ¿Cómo hacerlo?…
Desde mi experiencia he podido verificar y contrastar que a través del Coaching, la Inteligencia Emocional y la Programación Neurolinguistica (PNL) aportan ideas, conceptos, y herramientas prácticas para nuestro desarrollo personal y profesional.
La suma de las tres nos ayuda ampliar nuestra visión de nosotros mismos y de nuestro entorno, y nos aporta un nutrido cajón de herramientas para comenzar el cambio, primero en uno mismo, para luego poder transmitirlas a los demás.
Estoy convencido de que solo a través del desarrollo personal, podemos obtener un sólido desarrollo profesional, que se prolongue en el tiempo y actúe de potenciador de nuestras competencias y habilidades, generando nuevas posibilidades para nosotros y para las empresas en las que trabajamos.
“Es más importante la brújula que el reloj.”